Queremos hacer un intento por definir y explicar las causas de la pobreza humana, pero sabemos que no somos los primeros en llevarlo a cabo. Igualmente, muchos de los intentos anteriores, tuvieron como objetivo claro el erradicar este inmemorial flagelo, pero habremos de considerar que bajo nuestra óptica, ninguna teoría ha sido exitosa en ese sentido. La explicación de la pobreza nunca ha sido un objetivo fácil de alcanzar.
- Marx
Nos interesa comentar en primera instancia los desarrollo de Marx, pues en su época fue la persona que le confirió a la problemática de los ingresos y la distribución económica, una profundidad que nunca antes se había logrado. Los escritos de Marx respecto a la economía, se han constituido en una importante base para el estudio de la economía de capital. Sin embargo, lo que Marx pretendió demostrar con sus estudios, en última instancia, cómo era posible encontrar condiciones más igualitarias en el orden económico, no tuvo el suficiente sustento. Todos los estudiosos están en un acuerdo aproximado, acerca de dónde Marx falla en su construcción. Básicamente, Marx aduce que la desigualdad económica reposa en una desigual propiedad de los medios de producción. Los industriales y comerciantes del mundo poseían los medios de producción, pero no tenían el conocimiento del obrero en cuanto a pericia y manejo de tales medios. Si estos medios de producción pasaban a ser propiedad de los obreros, finalmente acabarían con su siempre precaria situación económica, producto de una injusta remuneración por su trabajo.
Este “despojo” no sería fácil de lograr, pues era de esperarse una gran resistencia por parte de los dueños oligarcas, y los obreros habrían de organizarse estratégicamente para una muy probable confrontación de hecho. Marx y sus seguidores encontraron, sin embargo que para que la clase obrera lograra la organización requerida, estos deberían, no solamente aspirar a un mayor bienestar, si no a mejorar en algo su nivel intelectual. Es este precisamente el primer error que se observa, el haber considerado que los obreros encontrarían efectivos los espacios logrados para mejorar su nivel intelectual, aun cuando la labor pedagógica poseyera, muy acertadamente a nuestro parecer, una significación de fondo. Marx se encontró con un obstáculo pedagógico muy grande y de hecho, la respuesta, por parte de los obreros a nivel de mejorar su conciencia de clase, no hubo de ser tan significativa. Aparte de una exacerbación de la tendencia a la confrontación de hecho, en esencia el movimiento no anduvo los caminos prescritos de la implementación de la instrucción, con el objetivo organizacional de largo plazo.
Un segundo error fue no tener en cuenta el continuo cambio tecnológico, cada vez más acelerado, que requería de mayor conocimiento técnico, especializaciones, inversiones en investigación y desarrollo, los cuales no estaban aún ni lejanamente, en manos de los obreros de una organización sindical de base. Un tercer error fue no implicar a otros individuos, que no clasificaban como obreros, pero que sufrían igualmente las penurias ocasionadas por la manera en que se expandía el capital. Tales individuos, adicionalmente, tenían la fuerte tendencia a ejercer actividades ilícitas para su sustento, y deberían ser absorbidos o erradicados por parte de la futura clase obrera: el lumpen proletariado. Esto significaba que para tales personas no había mayores oportunidades de mejorar, con base en una estructura social obrera, lo cual nos sugiere nuevamente un obstáculo pedagógico importante. Similar obstáculo se habría de tener en cuenta con aquellos oligarcas que, una vez apartados del quehacer productivo, estarían excluidos socialmente. En cuarto lugar, la organización militante, cuasi-militar, que requería tal procedimiento de despojo, distraía a los obreros proletarios de su oficio actual, y en lugar de fortalecer su posición frente al quehacer productivo, obviamente la debilitaba.
Un último error es la concepción totalitaria y acabada de ser el comunismo obrero la única vía permisible de construcción social. La democracia, posible en tal régimen comunista, se vería totalmente opacada, no por el criterio de igualdad si no por el criterio más estricto de la “uniformidad” de pensamiento. Marx imaginó, muy al contrario, una sociedad en la cual cada individuo tendría el tiempo y la posibilidad material de realizar su verdadera vocación, pero era esta una construcción que en Marx adolecía de varios bloques más o menos notables, siendo para nosotros el más destacado, la exclusión de personas que no clasificaban como “obreros proletarios”.
Todo esto hizo que las reflexiones marxistas respecto a la pobreza económica se vieran sin piso, y su explicación no lograra el objetivo. Considerando que Marx se hace vocero de una gran mayoría de personas cuya precaria posición económica sólo les depara angustias y penurias -o viceversa-, vemos que no encuentra la mejor manera, a lo largo de sus reflexiones y actividades, para explicar cuál es el origen de las desigualdades en la posesión de los medios de producción, a saber, el origen de la desigualdad en el ingreso económico y del despotismo patronal. Los cinco errores mencionados en el fracaso de la implementación comunista como régimen social ideal, podemos agruparlos en errores de inclusión y de vocación. Ambos “grupos” de errores, finalmente, los podemos clasificar como de tipo pedagógico, en el término amplio que le queremos dar al término.
Sin embargo, Marx no se equivoca en todo. Sabía que los obreros poseían elementos de identificación que los ayudarían a unirse solidariamente para luchar por un destino mejor. Sabía igualmente que debía ejercer una labor pedagógica, en consecuencia, y que además, debía confiar en que con tal instrucción, las ideas de los obreros lograrían una dirección más apropiada para los fines. Estos esfuerzos tuvieron resultados positivos, pues incentivaron la aparición de políticas de protección social para los individuos menos favorecidos de la sociedad, primero los obreros, pero luego los desempleados, los discapacitados, los ancianos, etc, además de fortalecer los procesos democráticos, por la inclusión de ciudadanos que antes se consideraban sin derechos de participación. Igualmente, Marx sienta muy importantes bases para el análisis de los mercados de capital, su medición y movimiento general, incluyendo la influencia que tal sistema de producción tenía en la economía del individuo y de las comunidades.
- La administración de negocios y la mercadotecnia.
Cuando el capitalismo definitivamente se consolida como un sistema predominante en la economía mundial del siglo XX, surge de manera casi simultánea un movimiento positivista, que pretende explicar a las personas, cómo insertarse mejor en aquel cada vez más apabullante -y “exitoso”- sistema de capitales. Los estrategas de las ventas y del mercado inician importantes investigaciones empujados por aquel inobjetable predominio, y van consolidando el concepto base de la mercadotecnia. Sabemos que en una primera instancia ganó fuerza la idea de que el mercado debería considerarse como un campo de batalla, en el cual los jefes de ventas habrían de defender ciertas trincheras y posiciones para sus productos, frente a una competencia siempre atenta a invadir territorios comerciales cada vez más significativos. En esto, no se diferenciaba mucho de la tesis de confrontación socio-económica que planteaba el marxismo comunista. Esta idea, de fondo, no ha cambiado, pero se ha modificado o mejor, atenuado, con base en experiencias de mercado que hubieron de terminar en quiebras empresariales más o menos importantes o en hechos siempre lamentables de infortunio humano.
La resolución de conflictos mediante las muy diversas maneras de negociar o de convenir, y sus respectivos términos de entendimiento, con la correspondiente ampliación de conceptos, termina siendo un fundamento muy importante en la atenuación de la confrontación socio-económica. Así, el lenguaje y el manejo de los términos económicos se constituyen en los dos grandes puntos de apoyo en la solución pacífica de los problemas de empresa. Vale aclarar que el manejo de términos económicos, ha de hacerse con referencia a unos recursos bien determinados por un oficio gremial específico. Como un rastro subsistente de toda esta concepción bélica en el campo de las ventas, en Taylor (James W. Taylor, Planeación de Mercadotecnia, México, Prentice Hall Hispanoamericana, 1997), observamos títulos de capítulos muy dicientes: “Planeación y estrategia de mercadotecnia (…)”, “Toda compañía tiene fortalezas y debilidades (…)”, “Análisis competitivo”, “Análisis del entorno (…)”, “Investigación de mercadotecnia y su clientela”, “Planeación y administración de la fuerza de ventas”, “Toda la competencia es global”, “(…) elaborar un plan de mercadotecnia estratégico ganador” (ibid, p.v a xvii).
Encontramos que el capitalismo como sistema económico, muestra una valía histórica que a principios de siglo XX todavía parecía muy relativa. Desde sus inicios, el mercado de capitales ha mostrado ser muy versátil, y, además de mostrar su practicidad, se ha adaptado muy bien a los cambios de época. Prueba de ello es la capacidad que muestra para insertar lo social en su esquema en las décadas de los 80 y los 90, y el control que posibilita sobre este tema, a través de la comunidad, y gracias a las mediciones cada vez más acertadas de los principales indicadores económicos, en términos monetarios. Así mismo, se encuentra que estos indicadores en moneda poseen buena credibilidad, respecto a lo que representan en las situaciones de empresa, y por lo tanto son una base pero también un argumento sólido en las negociaciones. Esperamos no se vea en esto una mera apología por el sistema de capitales. Sólo tratamos de mostrar cómo este sistema, que si bien se ha impuesto de manera abrupta y dictatorial en muchas sociedades humanas, ha sido igualmente generado por un devenir histórico humano, y se inserta en consecuencia positivamente en las actividades de subsistencia humana, dándoles una base material cuantificable de alguna manera. No podremos achacarle al capitalismo el origen ni el crecimiento mismo de la condición de pobreza, pero sabemos que, como cualquier sistema ideado por el ser humano, muestra las falencias inevitables de lo que aún requiere mucho trabajo y perfeccionamiento. Volveremos sobre este tema más adelante.
Como concepto fundamental, de vida, enteramente cruzado con el concepto similar propio de lo económico o de los negocios, empresa es un concepto que tiene qué ver enteramente con una actitud humana, natural, y por lo tanto muy relacionada con las exigencias evolutivas. El desarrollo de una empresa tiene qué ver enteramente, en este sentido, con el desempeño de una determinada actividad, vocacional, por parte de una persona. El éxito o fracaso empresarial, además de una connotación administrativa y económica, poseen una connotación comportamental, que para nosotros se define de manera óptima únicamente a través de conceptos psíquicos y evolutivos. De todas maneras, hasta ahora ha sido la mercadotecnia la disciplina que parece aportar más luces y posee mayores y más efectivas herramientas pedagógicas respecto a la actividad empresarial como un todo. Sin embargo, esta disciplina todavía no da garantía absoluta de éxito, si no es bajo ciertas circunstancias bien delimitadas.
Muchos gobiernos están apoyado, en virtud de una muy sugestiva política, la opción de emprendimiento para la apertura de negocios. Como fuente de ingresos económicos, un negocio inicial es una actividad básica y muy importante para el mejoramiento de las condiciones de vida de personas con limitaciones de recursos económicos. Tal alternativa se configura como una solución ideal al problema del atraso económico, para cualquier sociedad cuya principal dificultad sean los índices elevados de pobreza. Una negocio bien iniciado no requiere necesariamente de inversiones muy altas. Una de las principales dificultades con las que se ha tropezado tal política gubernamental, es la tradicional separación entre la academia y el mundo de los negocios, y de hecho, una de las principales virtudes de la mercadotecnia como disciplina es enfrentar al individuo inmerso en la academia, con situaciones y análisis de negocios de manera cada vez más realista y refinada.
El mercadeo, en tal sentido, tiene la ventaja, sobre muchas otras disciplinas, de ubicar a las personas en una situación abstracta, pero muy común en la cotidianidad humana. Cómo preparar y enfrentar el momento en que “mi” producto o servicio se ha de comercializar. El inicio y el desarrollo de una empresa. Gran cantidad de teóricos en administración de negocios están de acuerdo en que el mercadeo está basado en principios regulares. Taylor lo declara de manera muy firme, y nos llama particularmente la atención su manera de hacerlo, pues plantea como base de su argumentación, una extensa “(…) base de datos del desempeño de más de 3.000 compañías diferentes de todos los rincones del mundo industrial que abarca los últimos veinte años (…)”. Taylor responde con esto, en principio, al objetivo de mantener una línea de razonamiento científico comprobable. Vemos que este autor, en su Introducción (ibid, p.XVIII) promete dar las claves para el éxito empresarial, a partir de la discusión de conceptos básicos de la administración empresarial.
Comenzando con el análisis del control de los costos en una empresa (ibid, p.11 y ss), que indica a las claras que “(…) una empresa debe crecer o morir.” (ibid, p.15). Continúa diciendo: “Examinamos la forma en que los costos impulsan las estrategias de (…) todo tipo de empresas (…) En cada caso la estrategia primaria consistió en ¡aumentar el volumen! Esto significa aumentar las ventas y eso es de lo que trata la mercadotecnia.” (ibid, p.15). Pero qué significa “morir” para una empresa? La quiebra empresarial no trata sólo de una circunstancia números en el mercado de capitales: también es todo un drama humano. Cuando una empresa, pequeña o grande quiebra, todos sus empleados quedan en una situación de debilidad o desventaja, más o menos acentuada, frente a la posibilidad de conseguir su sustento. Queremos hacer notar, entonces, cómo el análisis de la mercadotecnia, llevado a un plano más cercano de la cotidianidad, nos lleva a concluir que “crecer o morir” es algo más que un formulismo de los negocios. Que tal declaración tiene qué ver con las posibilidades de lograr subsistir, por parte de los individuos de una comunidad.
Taylor pasa luego a discutir los factores que inciden en el éxito de los negocios, y que de paso previenen las extremas situaciones de quiebra. Entre ellos, enuncia el factor de la calidad, como tal vez el más importante por su posibilidad de manipulación y mejora: “(…) Se ha mostrado que los productos y servicios de más alta calidad generan utilidades más altas que los productos y servicios de menor calidad (…) Los clientes están dispuestos a pagar más por productos y servicios de alta calidad” (ibid, p.22). Siguiendo con el tema, Taylor escribe más adelante: “¡No es posible que todas las compañías en un mercado sean la número uno o la número dos! Además, llegar a ocupar esa posición tal vez resulte muy caro (…) Toda compañía, sin importar su posición de mercado, puede utilizar la calidad como una de las principales estrategias competitivas (…) El concepto clave aquí es el del “Valor para el cliente” (…)” (ibid, pps. 30 y 31). La idea de que “la calidad” es el “factor vendedor” de un producto o servicio no es nueva, pues fue lo que demostró en un principio el “boom” japonés a partir de los 70. Experiencias y análisis posteriores ampliaron el concepto de calidad por el de valor para el cliente. Así se interpretaba que las percepciones del cliente no abarcaban únicamente el producto o servicio en sí, si no todas las circunstancias, ocultas y visibles, que acompañaban el ofrecimiento del mismo, con lo cual el empresario ya no quedaba exigido por la calidad en lo productivo únicamente, si no también por la calidad en la comercialización o distribución.
Ahora, se inicia “un negocio” con una idea y un trabajo consecuente y “apasionado” sobre tal idea. Las ideas de negocios son muy comunes, y por lo tanto, sabemos que por sí solas, no son las que generan las ganancias. La “idea”, unida a aquel trabajo apasionado y consecuente es la que genera efectivamente las ganancias esperadas. Pero esta situación es mucho más escasa. Identificamos el trabajo apasionado con la búsqueda de valor para el cliente, como concepto clave para el incremento de las ventas y la consecuente generación de las ganancias. Calidad, apasionamiento, valor para el cliente. Un encadenamiento conceptual que nos sumerge por completo en el ámbito de lo subjetivo, y pensamos que esta subjetividad es la que parece poner “un freno” o un filtro a la creación de empresas ganadoras. Aquí no hay cálculos, diseños o construcciones que de manera predeterminada, garanticen el éxito, y por eso, en principio, “cualquier idea” de negocios “es buena” -pero totalmente improductiva- de por sí.
La instrucción en mercadotecnia no puede enseñar nada respecto a cómo generar valor específicamente en una actividad económica dada, pero no deja de aportar indicios. Taylor, luego de analizar la calidad como concepto y factor clave de los negocios, habla del factor “nuevo desarrollo de producto / diferenciación de los competidores”, el cual posteriormente en su texto, tendrá como apoyo el concepto de “mercado meta”. Así mismo habla del factor “integración vertical” (ibid, pp.18) como igualmente positivo.
De esta manera, podríamos deducir en principio, que los negocios exitosos generalmente se hacen sobre la base de un conocimiento previo, con respecto a la nueva actividad que se va a ejecutar o ya se está desarrollando. La persona que comienza una empresa, sin un conocimiento previo de los segmentos de mercado relacionados con la actividad, tendrá muchas más dificultades en lograr el éxito, que aquella persona que ya conoce buena parte de aquellos segmentos relacionados y preexistentes. Una persona con conocimiento del oficio y su “ambiente”, puede manejar de manera más apropiada el concepto de “valor para el cliente”, pues este adquiere aquí un sentido especialmente concreto. Además, una persona así, habrá desarrollado una querencia, afectividad o identidad con tal oficio, con lo cual, su nueva empresa, estará dirigida con mayor apasionamiento. Finalmente, el conocimiento, conjugado con el apasionamiento, será garantía de constancia y perseverancia, con resultados importantes en productividad y participación de mercado, sin mencionar el crecimiento del segmento de mercado, al incrementarse las ventas en lo que virtualmente se podría denominar un nuevo “sub-segmento”. Tal mecanismo de creación empresarial promete ser muy igualitario en oportunidades, pero sabemos bien que no lo es.
La situación de conocimiento previo y específico, la cual estamos proponiendo como base necesaria para el éxito empresarial, depende, sin embargo, del concepto que para nosotros es todavía más básico: el aprendizaje o el ejercicio pedagógico. Toda persona ha debido aprender su oficio de alguna manera, pero el común denominador es la situación maestro-aprendiz, invariable desde los más inmemoriales tiempos en la historia de la humanidad. Si consideramos que a pesar de lo común y cotidiana, tal interacción pedagógica no parece tan efectiva como base para el éxito empresarial, tenemos dos caminos: desechar en definitiva lo pedagógico como concepto motor del mercado y tratar de encontrar otras bases para éste, o considerar una cierta ineficiencia en la interacción maestro-aprendiz, responsable última de la ineficacia en la generación de la riqueza a partir del trabajo de empresa. Nuestras anteriores reflexiones nos hacen optar por la segunda opción, pues una vez más nos aclaramos que el éxito empresarial depende de la capacidad de trabajo que demuestren aquellos que desean concretar y mejorar una idea inicial, capacidad que depende a su vez, del propio conocimiento y su aplicación. Finalmente, podemos derivar tal conocimiento de una experiencia de índole pedagógica y laboral.
Ahora, podemos remontarnos en esto de nuevo a la situación de Marx y sus obreros, que no logran abrir los espacios necesarios para su instrucción, encontrándose con un cierto obstáculo pedagógico, del que aún no tenemos una buena caracterización. Pensamos que un obstáculo en un proceso cualquiera -el pedagógico para nuestros efectos-, se relaciona enteramente con una caída de eficiencia en el mismo. Pero también observamos que definimos mejor lo pedagógico desde tres facetas de carácter temporal, diferenciadas por dos momentos en la vida del ser humano: el primero de ellos, que inicia con la primera infancia en la cual, “el maestro” son los padres que, posteriormente serán reemplazados o complementados con los maestros escolares, y la tercera, en la cual la exigencia laboral obliga a un continuo auto-aprendizaje, prescindiéndose del maestro, por lo menos de manera concreta.
Tal es el panorama que nos deja esta discusión acerca de las dificultades que posee el mercadeo, como disciplina que, a través del ejercicio mejorado de las ventas, al pretender mejorar el ingreso, la capacidad de subsistencia y por lo tanto, el bienestar general de los seres humanos. La preocupación de los gobiernos por el emprendimiento, responde igualmente a una posibilidad abierta para el mejoramiento de la sociedad. Es curioso ver cómo tal política de mejoramiento social y económico, responde precisamente a un principio que se ha considerado totalmente opuesto a los intereses sociales. El apoyo a proyectos micro empresariales, ha de corresponder conceptualmente con la filosofía del libre mercado, que en nuestros tiempos ha dado en llamarse “neo-liberal”, pero que no es de ningún modo tan novedosa. El neo-liberalismo justifica un cierto egoísmo, pero apoyado en el mercadeo como recurso pedagógico y de desarrollo investigativo. Por eso nos parece sumamente significativa esta aseveración de Darwin: “(…) Debía haber una abierta competencia para todos los hombres, y los más capaces no debían hallar trabas en las leyes ni en las costumbres para alcanzar mayor éxito y criar el mayor número de descendientes (…)” (Charles Darwin, El Origen del Hombre, México, Ed. Diana, S.A., 1957. p.790). Como concepto pedagógico, la política del “dejar hacer” parece pertinente en este caso, pero tal proceder en la práctica, siempre tendrá sus limitaciones en el ámbito social, según veremos. En particular, Darwin se apoya en el concepto de “los más capaces” como las personas “más responsables” o eficientes -o ambas cosas, no es muy claro- de la sociedad, pero tal designación debe tener una conceptualización más completa, por lo pronto. Sabemos que los esfuerzos pedagógicos por el emprendimiento, no solamente implican a los “más capaces”, si no que por el contrario, implican a los de “menor capacidad” y de hecho, pensamos que tales esfuerzos no dejan de dar sus frutos, aún cuando no los consideremos totalmente satisfactorios.
Pero ni los estudiosos del capitalismo, ni los de mercadotecnia, hasta el momento han explicado -ni mucho menos solucionado- la pobreza económica, aunque merecen todo el crédito en la medición efectiva y en la determinación de ciertos factores interrelacionados. Estas mediciones e indicadores, muestran una brecha creciente de pobreza, en tanto crece el patrimonio económico universal. Los ricos son más ricos y los pobres más pobres “(…) Contra el axioma de que primero hay que generar riqueza, para que luego, automáticamente, llegue a los sectores más bajos, [una] investigación reveló que las desigualdades en vez de atenuarse, se incrementan. La investigación realizada primeramente en 1960, se repitió en 1990: en estos 30 años , el 20% de los países más ricos aumentó su participación en la riqueza mundial del 70.2% al 82.7%; mientras que la del 20% más pobre disminuyó, pasando del 2,3% al 1.4%. Si en 1960 la riqueza d elos países del primer grupo era 30 veces superior al de los más pobres, en 1990 era 60 veces más (…)” (extractado de http://www.worldbank.org/html/extpb/wdr2000_2001.htm, documento WDR00, 2007). Pero esta experiencia acumulada, aunque ha cobrado no pocas “víctimas”, es la que ha permitido hacer, junto con los indicadores económicos relacionados, un seguimiento más certero de los causales de los fracasos empresariales, significantes claves de la inefectividad en la generación de ingresos económicos.
* * *
Después de los análisis respecto a cómo se ha querido enfrentar el problema de la pobreza desde el marxismo y desde la mercadotecnia, no podemos menos que llegar a la conclusión de que es el problema de lo pedagógico, como proceso útil para el mejoramiento de la “capacidad” de acción en la subsistencia del ser humano, es precisamente lo que queremos comenzar a resolver. La actividad pro-revolucionaria de Marx apuesta por la posibilidad de encontrar mejores condiciones de vida para la gran mayoría de los seres humanos. El trabajo de mercadotecnia ha aportado sin embargo una ampliación conceptual de lo pedagógico, aproximándose mejor a la solución del problema socio-económico de la pobreza. Tenemos la esperanza de que no se vea en esta una conclusión “amañada”, pues nuestra la conceptualización de lo pedagógico es amplia y sin restricciones para todo proceso de enseñanza-aprendizaje. Esta base conceptual de nuestro trabajo estaremos ampliándola desde la perspectiva evolutiva y psicoanalítica, con el fin de proporcionar suficiente claridad al respecto.
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lunes, 31 de marzo de 2008
5. EL RECURSO PSÍQUICO.
La realidad es una, muy seguramente y gracias a nuestro convencimiento del principio de la causalidad, lo consideramos así. Pero la percepción de la misma, no. Cada ser humano posee una cierta percepción de la realidad que lo circunda, de su medio ambiente, percepción que varía, de hecho, de una a otra persona, pero que además, puede variar de momento a momento, en una misma persona. Desde los conceptos que desarrolla Freud se explica esta variabilidad: “(…) Yo no sé si a los deseos inconcientes hay que reconocerles realidad; a todos los pensamientos intermedios y de transición, desde luego, hay que negársela. Y si ya estamos frente a los deseos inconcientes en su expresión última y más verdadera, es preciso aclarar que la realidad psíquica es una forma particular de existencia que no debe confundirse con la realidad material. No parece entonces justificado que los hombres se muestren renuentes a tomar sobre sí la responsabilidad por el carácter inmoral de sus sueños (…)” (Obras Completas, Op. Cit., V.5. La interpretación de los sueños. Sobre la psicología de los procesos oníricos. Lo inconciente y la conciencia. La realidad. 1.900). En esta cita Freud no parece considerar variabilidad en la realidad psíquica del ser humano “normal”. Es claro que bajo sus desarrollos, la realidad psíquica del neurótico cambia luego de pasar por el tratamiento psicoanalítico, aproximándose a la realidad objetiva. Pero hay que considerar tal variabilidad de lo real psíquico -nuestra percepción de lo real-, en el tiempo, para los seres humanos “normales”, que justifique el cotidiano proceso de aprendizaje.
Por eso, en otro lugar del mismo texto citado, encontramos: “(…) Es preciso revertir la sobrestimación por la propiedad «conciencia»; es este un requisito indispensable para cualquier intelección correcta del origen de lo psíquico. Lo inconciente, según la expresión de Lipps [1897, págs. 146-7], tiene que suponerse como una base universal de la vida psíquica. Lo inconciente es el círculo más vasto, que incluye en sí al círculo más pequeño de lo conciente; todo lo conciente tiene una etapa previa inconciente, mientras que lo inconciente puede persistir en esa etapa y, no obstante, reclamar para sí el valor íntegro de una operación psíquica. Lo inconciente es lo psíquico verdaderamente real, nos es tan desconocido en su naturaleza interna como lo real del mundo exterior, y nos es dado por los datos de la conciencia de manera tan incompleta como lo es el mundo exterior por las indicaciones de nuestros órganos sensoriales (…)” (ibid, V.5. La interpretación de los sueños. Sobre la psicología de los procesos oníricos. Lo inconciente y la conciencia. La realidad. 1.900). Tal ubicación de lo conciente como un proceso que es incompleto en la aprehensión de la realidad, nos remite a la posibilidad de que es posible mejorar tal percepción. Para nosotros tal posibilidad de mejora, siempre desde la posibilidad más próxima para la subsistencia humana, se tramita a través del aprendizaje. Y el aprendizaje es la manera en que el yo logra mejorar el rendimiento psíquico general para el trámite pulsional, tanto primario como secundario.
Pensamos que lo que en un principio ha sido un referente equivocado de Darwin, se convierte de hecho en una de las bases filosóficas de la investigación. La inferioridad o superioridad en la escala evolutiva, referida al ser humano como especie, nos lleva a un antropocentrismo del cual será muy difícil despojarnos, pues la evolución misma nos obliga a buscar de manera preferente nuestra propia subsistencia. Podemos buscar, tal como lo hace Darwin, la superioridad o inferioridad de otra persona u otra comunidad externa a la nuestra bajo cualquier criterio. Pero es claro que el concepto de superioridad o inferioridad referido a los seres humanos únicamente, posee una alta connotación de lucha sexual y sólo así debemos entenderlo, en tanto nos remite a los conceptos de dominio y mando, generados por la superioridad o inferioridad en el atractivo sexual.
La evolución psíquica del ser humano fortalece el criterio de responsabilidad el cual es mucho más estricto que para las demás especies, lo cual ha evitado hasta el momento nuestra auto aniquilación. Ya Freud comprueba esto al analizar el caso del universal mandamiento “no matarás” en su texto de Tótem y Tabú. Pero el desarrollo de la psique en el ser humano ha implicado igualmente el desarrollo de su capacidad para el manejo de los afectos, los cuales están basados en el mecanismo de identificación-trasferencia, con otros seres humanos de diferentes comunidades, con otras especies vivientes y casi con cualquier objeto imaginable, natural, artificial o imaginarios. Así, lo que debería percibirse como una confrontación suicida y de exterminio de la especie, termina siendo una confrontación, virtual, de la capacidad de aprendizaje de la psique entre los seres humanos. Un desafío por la diferenciación psíquica y la capacidad pedagógica.
-- La actividad de tipo psíquico frente a la actividad de tipo físico, y el criterio de perfeccionamiento entre los oficios gremiales que se mercadean.
Si consideramos como “especie” a determinado tipo de individuos, todo un gremio de ellos, habremos automáticamente determinado para ellos un lugar dado en la economía humana, por ejemplo, los médicos, los ingenieros, los militares, etc. Cuando en un conjunto gremial no se logra una diferenciación importante entre los individuos que lo componen, la competencia se agudiza, con todas las consecuencias que se derivan de este hecho, es decir, el incremento de la oferta y el por lo menos correspondiente deterioro de la demanda. La disminución en los ingresos o en la generación de recursos para la subsistencia, es un factor notorio en estas circunstancias. También podríamos considerar como “especie” a una determinada comunidad, localizada en cierta zona geográfica, y que muestra una cierta fortaleza o factor diferenciador con respecto a otras comunidades. Esta comunidad también poseería un cierto lugar en la economía humana. Similarmente, si el factor diferenciador tiende a desaparecer, se agudiza la competencia.
Tal como se observa en las especies en la naturaleza, es posible encontrar entre los seres humanos, algunos cuyo refinamiento, fortaleza y complejidad psíquicas es mayor que el de otros, de acuerdo con las “condiciones tanto biológicas como inanimadas” a que estén sometidos. Este tipo de personas se destaca no sólo porque ejerce su oficio de una manera destacada por su eficiencia y su capacidad para diferenciarse, si no porque gracias a ello, y a un desigual desarrollo psíquico entre sus colegas, logra erigirse como un líder más o menos visible de su gremio o de su comunidad. Puede esto considerarse como una verdadera prueba, de que el desarrollo psíquico humano ha estado apalancado por la selección natural y sexual, pues esta capacidad de liderazgo, está ampliamente soportada por el infaltable criterio de la superioridad psíquica.
De todas maneras, como dice Darwin, cualquier especie animal superior está mucho más alejada en cuanto a capacidad y fortaleza psíquica del ser humano más primitivo que se pueda encontrar, que lo que puede estar este de cualquier ciudadano actual. Así, los lugares ocupados en la economía por los hombres, se diversifican con gran rapidez, por la gran versatilidad o capacidad de cambio -aprendizaje-, de nuestro aparato psíquico. En tanto las personas son concientes de los lugares que “naturalmente” están ocupando, inmediatamente están aspirando a un mejor lugar casi siempre de tipo virtual e ilusorio. Sería este el papel del superyó psíquico.
Pero para el ser humano, el darse cuenta de que se ocupa un lugar inferior en la escala económica de su comunidad, no es motivo suficiente para remediar o mejorar la situación. Los medios que posee para lograr su superación en la economía podrían ser muchos, pero en esencia constan de una combinación simple: los actos con poca participación de su yo psíquico, y los actos “más pensados”, con gran participación de su yo psíquico. La psique en el ser humano, en particular el inconciente, ha de reconocerse como una entidad “con vida propia”, que de alguna manera ha de domeñarse por el yo, con mayor capacidad de conciencia, juicio y dominio. Tal es la conclusión de Freud al respecto. La sensación de tener un ente psíquico inquieto y punzante, que pretende saltarse a la menor oportunidad la normatividad instaurada por milenios de adquisiciones culturales, no puede conducir a una conclusión muy lejana a la propuesta por Freud. Así, siempre gana más en la economía aquella persona que logra un mayor dominio de su aparato psíquico, a través de un particular esfuerzo de su yo.
-- El problema de la pobreza referido a la evolución psíquica.
Cuando los intelectuales de todos los tiempos logran, gracias a su posición libre pensadora, observar a distancia el fenómeno de la pobreza, no les puede parecer más que algo aterrador. El problema de la pobreza, largamente analizado por muchos pensadores, posee una característica tan anti-ética, que el ser humano apenas logra comprender. Cuando las comunidades más sencillas vivían de manera más aislada, el problema tal vez no era tan patente ni dramático, como cuando estas comunidades se van insertando en un orden económico y social mayor. Ya hemos hablado que una de las principales consecuencias de la evolución psíquica humana fue la conformación de agrupaciones o comunidades cada vez más grandes y, por lo tanto, que exigían de una mayor especialización en las labores, por parte de todos sus miembros. Con el crecimiento de las sociedades y la especialización, el problema de la desigualdad ha ido quedando cada vez más al descubierto. En tanto las sociedades crecen y logran avances tecnológicos para la mejora de las condiciones de vida de las personas, aquellas personas que no gozan de una cierta cantidad de tales comodidades, son miradas y se miran a sí mismas, como menos favorecidas.
Estas personas, como se dijo anteriormente, poseen usualmente, una labor con un alto componente de trabajo físico de baja exigencia en entrenamiento. Igualmente, son bastante numerosas. Este trabajo físico basto, sustenta de alguna manera aquellos que realizan un trabajo más intelectual y administrativo, siempre menos numerosos, pero que son necesarios para direccionar el trabajo físico. Sin embargo, la tendencia normal es que el trabajo físico basto sea reemplazado cada vez más, en mayor medida, por el recurso tecnológico. Así, aquellos que poseen el trabajo físico como base de sus sustento, tienden a ser cada vez más, subvalorados, con el agravante de que la falta del adiestramiento mental, no le permite desarrollar las importantes habilidades de su aparato psíquico, definitivas para acceder a mejores lugares en la economía. Tal el caso ya mencionado de la experiencia marxista.
Es como poco a poco y cada vez más aceleradamente, se ha construido, por parte de la humanidad, una pirámide en cuya base se encuentra un gran número de personas que realizan un esfuerzo físico basto, generalmente de poco valor. En la cúspide de tal pirámide, se encuentran unas pocas personas con gran capacidad y fortaleza psíquica, altamente valorada. Ajustaríamos mejor esta imagen piramidal para convertirla en una campana de Gauss, propia de la estadística de distribuciones normales, comunes en el ámbito de la sociología. Así, con el paso de los tiempos, se observa que los ricos y afortunados son cada vez más ricos y afortunados, mientras que los pobres son cada vez más numerosos y más pobres. Es un estiramiento hacia arriba de la campana de Gauss y una ampliación de su base.
No estamos violentando la dignidad de ninguna persona, si queremos establecer como causa primera de los comportamientos humanos, una situación enteramente construida por el devenir natural de lo evolutivo. Pero este estudio no parece darnos otra salida. Si miramos objetivamente los problemas que nos hemos planteado, podemos encontrar que lo que ponemos en perspectiva, es la posibilidad misma de la subsistencia humana en el largo plazo. El desarrollo de nuestra psique nos ha dado la posibilidad, pero también una esperanza, de haber manipulado hasta cierto punto las fuerzas naturales -nuestro propio inconciente, en primer lugar- a nuestra conveniencia, y, correspondientemente, la posibilidad de seguir haciéndolo cada vez más eficientemente, en el futuro. Para subsistir como individuos y como especie, el ser humano entiende que esta es una premisa. Cuando nos trazamos en la introducción de este texto el objetivo de perseguir las causas de la pobreza humana, encontramos que es eso precisamente lo que deseamos: hallar un camino cierto para manipular con mayor eficiencia, las fuerzas naturales que más influyen en la posibilidad de subsistencia del ser humano: las pulsiones de su propia psique.
-- Lo pedagógico como concepto de perfeccionamiento psíquico.
La direccionalidad evolutiva posee una tendencia a extinguir las formas menos perfeccionadas en pro de las más complejas, cuando se trata de especies muy próximas, que competitivamente se enfrentan muy cotidianamente. Si esta tendencia se traslada a la situación humana, es comprensible la tendencia mundial en la distribución de la riqueza. Sólo que esta misma direccionalidad, aporta un elemento estético y de goce en la exigencia pedagógica, de ampliación de la cobertura social, con lo cual el ser humano, se vuelve cada vez más intolerante a la extinción de comunidades enteras, así como a la extinción de las especies animales y vegetales. Tal intolerancia invierte entonces el deseo de extinción para con los menos aventajados o afortunados, en un deseo de absorción de los mismos. Es decir, aquellos aventajados seres humanos se ven forzados a exigirse aún más en su capacidad pedagógica. No se puede negar sin embargo, la existencia de ser toda una paradoja productiva: mientras tales afortunados seres humanos no logren mejorar efectivamente su capacidad pedagógica, habrán de relacionarse más estrechamente con el cargoso factor de la mano de obra.
Esta forma de ver la direccionalidad evolutiva, no puede dejar de proporcionarnos un parte de tranquilidad, pues siendo innumerables las injusticias de la naturaleza por no poder dotar a todos los seres con las mismas facultades y fortalezas, nos da una luz de esperanza, sabiendo que la lucha por la subsistencia no es de tipo físico, de recursos económicos, si no esencialmente, psíquico y que en tal lucha, el elemento de goce y estético en lo pedagógico, es predominante. Como dijimos antes, lo físico o anatómico, tal como nos lo proporciona la naturaleza, es mucho más difícil de cambiar empleando en ello solamente nuestra voluntad, que lo que logramos hacer con el recurso psíquico, y su capacidad de aprendizaje o de cambio. El fortalecimiento psíquico, a la vez que catapulta literalmente al ser humano como especie dominante en el planeta, lo carga de una gran responsabilidad no solamente con su entorno ecológico, si no también con su entorno social. Tal responsabilidad, siempre dentro del parámetro de la subsistencia del ser humano como individuo y como especie. En tal sentido cabe preguntarse por el criterio de utilidad real de los recursos específicos empleados y construidos, tanto por su cantidad como calidad.
Es por esto que, de acuerdo con un criterio de perfeccionamiento en el cual lo psíquico posee la premisa básica, habremos de hacer corresponder tal criterio, con lo pedagógico, pues no conocemos otro proceso por el cual nuestro aparato psíquico logre desarrollar cada vez más, mejores destrezas para la subsistencia humana, tanto a nivel individual como colectivo. Si, tal como lo declaran los fisiólogos de Darwin, el perfeccionamiento orgánico va de la mano con la especialización de funciones, pensamos que podemos encontrar en las actividades de negocios tal dirección. Consideremos el factor integración vertical como séptimo modificador importante de la rentabilidad en las empresas, de acuerdo con Taylor: “(…) La idea general es que mientras más controle el canal de distribución, desde las materias primas hasta el consumidor final, existe una mayor probabilidad de ser rentable (…) en un mercado maduro, de lento crecimiento (…)” (Taylor, op. Cit., p.23). La integración vertical eficiente, implica una empresa que posee dependencias bien definidas en el diseño, la producción, y la comercialización de un producto o servicio, de tal manera que cada dependencia hace las cosas cada vez con mayor eficiencia y especialización, pero conservando siempre un objetivo y programa de trabajo común, que no les permite desmembrarse. Un concepto muy similar al que Darwin se adhiere en primera instancia, para categorizar los organismos más desarrollados.
Conclusiones.
De acuerdo con los argumentos presentados, consideramos como un hecho, el que la actividad mercantil humana es un fenómeno humano resultado de la evolución. Pero la actividad mercantil es a su vez, la evolución misma. La evolución en los seres humanos ha estado determinada por la selección natural, la selección sexual y el desarrollo psíquico, cada uno de estos fenómenos, soportado por y consecuencia del anterior. Así, es posible siempre identificar en los principios del mercado, los mismos principios de la selección natural. Será un punto básico en los posteriores desarrollos de nuestro texto, el acudir a los paralelos selección natural - mercadeo.
* * *
La adquisición de recursos para la subsistencia, es una actividad que está múltiplemente determinada en términos económicos, en el ser humano. El dar como un indicador el monto en moneda del patrimonio de una persona, no dice nada acerca de cómo se ha conseguido aquél patrimonio, ni cuáles son sus componentes esenciales, ni cuáles han sido las motivaciones de aquella persona para tal consecución de recursos. Ahora, la riqueza como tal, en el sentido de patrimonio material, es uno de los principales recursos que poseen las personas, para sortear los problemas que cotidianamente surgen en la labor de subsistencia. Los otros recursos, serían, a nuestro parecer, el recurso anatómico-fisiológico y, como principal y más determinante, el recurso psíquico.
Los seres humanos, y los seres vivos, a partir del primer momento que llegan al mundo, al nacer, deben trabajar, realizar una cierta labor para subsistir. Tal labor, en principio, posee un carácter fisiológico, obedeciendo a un cierto “automatismo” construido a través de los sucesivos periodos evolutivos. Pero para el caso de los seres humanos, la labor de subsistencia, aunque posee cada vez más un carácter conciente y voluntario, obedece siempre al principio fisiológico evolutivo: permanecer con vida durante más tiempo. Los bebés, succionan la leche materna, como su recurso material. Pero sabemos que este sustento debe estar acompañado, invariablemente, de afecto. Se podría percibir alguna relación entre aquella relación de afecto primero, con el provecho que el infante saca del recurso de la lactancia? Pensamos que debe ser así.
La relación entre el recurso material para la subsistencia y el afecto que se intercambia para su obtención, no es privativa de una edad o etapa de crecimiento. Esa relación se puede observar durante todas las etapas de la vida humana, sólo que, en virtud de la simplificación necesaria de las situaciones cuando el ser humano es niño, esa relación afecto - recurso material es más visible. Sabemos que es esta la manera de manifestarse las pulsiones básicas, Eros y destrucción, pero es el momento de admitir que entre ambas pulsiones hay una relación en la cual prima Eros por sobre destrucción, si pensamos en el desarrollo evolutivo de la vida. Destrucción, para nosotros también “intercambio” o equivalencia materia - energía, existe gracias a la pulsión -que en este caso podría ir con mayúscula inicial- de agregación de las partículas o de los quarks y cuantos de energía. Aunque es un tema más apropiado para las ciencias físicas, no podemos menos que admitir que las partículas subatómicas poseen propiedades tales, que las impulsan a unirse y formar agregados sinérgicos que hemos llamado átomos bajo ciertas circunstancias, moléculas en otras circunstancias, estructuras minerales en otras, macromoléculas, tejidos, etc.
Tal prelación de Eros sobre el intercambio energético -pulsión destrucción- también se manifiesta, como sería lógico pensarlo, en los seres vivos, pero en el ser humano el mecanismo psíquico dilucidado por Freud es un fiel representante de tal situación. Es muy frecuente observar entre las personas cómo los impulsos libidinales, enteramente asociados a Eros, terminan en muchas ocasiones por primar por sobre los impulsos de intercambio. El alimento, la respiración, las funciones vitales terminan por ser controladas a través de manifestaciones cuyo origen es libidinal, y que hemos llamado de manera más cotidiana como manifestaciones de afectos. La estructura psíquica humana está constituida de una manera muy compleja, y tal complejidad es la que termina por modificar, como un verdadero logro, los fines pulsionales más primitivos, en fines pulsionales apropiados para nuestra subsistencia, en nuestra realidad actual, pero compleja y siempre cambiante.
Lo que para Darwin era “medio ambiente cambiante”, en Freud se convierte en una realidad con posibilidad de cambio por la propia voluntad. Una de las mayores complejidades psíquicas humanas se basa en la elaboración pulsional que debe hacer el niño cuando entra en la edad típica de manifestación del complejo de Edipo. Es del dominio público que en virtud de tal complejo, no hay porqué encarecer la importancia de los padres en las representaciones y cargas afectivas que terminan por moverse cotidianamente en la tarea de la subsistencia humana. Pero son estas las que para cualquier recurso material en particular, proporcionan la idea de valor. El recurso material, por sí solo, no es significativo ni posee un valor. Este valor específico está dado por la relación que en la psique de cada persona, posee aquél recurso concreto con respecto a una situación afectiva. El recurso material, por lo tanto, posee, en su base, una valoración totalmente relativa y es aquí en donde entra a jugar su papel la cultura. Podemos para nuestros efectos, ver la cultura como una herencia y, en ese sentido, debemos darle un peso afectivo de gran importancia, como una representación idealizada de las herencias paternas, conformando el superyó psíquico. Así, la cultura “pone de acuerdo” a los seres humanos en ciertas pautas de comportamiento y de valores, dando un cierto “piso” a aquella relatividad en los afectos.
Por eso, en otro lugar del mismo texto citado, encontramos: “(…) Es preciso revertir la sobrestimación por la propiedad «conciencia»; es este un requisito indispensable para cualquier intelección correcta del origen de lo psíquico. Lo inconciente, según la expresión de Lipps [1897, págs. 146-7], tiene que suponerse como una base universal de la vida psíquica. Lo inconciente es el círculo más vasto, que incluye en sí al círculo más pequeño de lo conciente; todo lo conciente tiene una etapa previa inconciente, mientras que lo inconciente puede persistir en esa etapa y, no obstante, reclamar para sí el valor íntegro de una operación psíquica. Lo inconciente es lo psíquico verdaderamente real, nos es tan desconocido en su naturaleza interna como lo real del mundo exterior, y nos es dado por los datos de la conciencia de manera tan incompleta como lo es el mundo exterior por las indicaciones de nuestros órganos sensoriales (…)” (ibid, V.5. La interpretación de los sueños. Sobre la psicología de los procesos oníricos. Lo inconciente y la conciencia. La realidad. 1.900). Tal ubicación de lo conciente como un proceso que es incompleto en la aprehensión de la realidad, nos remite a la posibilidad de que es posible mejorar tal percepción. Para nosotros tal posibilidad de mejora, siempre desde la posibilidad más próxima para la subsistencia humana, se tramita a través del aprendizaje. Y el aprendizaje es la manera en que el yo logra mejorar el rendimiento psíquico general para el trámite pulsional, tanto primario como secundario.
Pensamos que lo que en un principio ha sido un referente equivocado de Darwin, se convierte de hecho en una de las bases filosóficas de la investigación. La inferioridad o superioridad en la escala evolutiva, referida al ser humano como especie, nos lleva a un antropocentrismo del cual será muy difícil despojarnos, pues la evolución misma nos obliga a buscar de manera preferente nuestra propia subsistencia. Podemos buscar, tal como lo hace Darwin, la superioridad o inferioridad de otra persona u otra comunidad externa a la nuestra bajo cualquier criterio. Pero es claro que el concepto de superioridad o inferioridad referido a los seres humanos únicamente, posee una alta connotación de lucha sexual y sólo así debemos entenderlo, en tanto nos remite a los conceptos de dominio y mando, generados por la superioridad o inferioridad en el atractivo sexual.
La evolución psíquica del ser humano fortalece el criterio de responsabilidad el cual es mucho más estricto que para las demás especies, lo cual ha evitado hasta el momento nuestra auto aniquilación. Ya Freud comprueba esto al analizar el caso del universal mandamiento “no matarás” en su texto de Tótem y Tabú. Pero el desarrollo de la psique en el ser humano ha implicado igualmente el desarrollo de su capacidad para el manejo de los afectos, los cuales están basados en el mecanismo de identificación-trasferencia, con otros seres humanos de diferentes comunidades, con otras especies vivientes y casi con cualquier objeto imaginable, natural, artificial o imaginarios. Así, lo que debería percibirse como una confrontación suicida y de exterminio de la especie, termina siendo una confrontación, virtual, de la capacidad de aprendizaje de la psique entre los seres humanos. Un desafío por la diferenciación psíquica y la capacidad pedagógica.
-- La actividad de tipo psíquico frente a la actividad de tipo físico, y el criterio de perfeccionamiento entre los oficios gremiales que se mercadean.
Si consideramos como “especie” a determinado tipo de individuos, todo un gremio de ellos, habremos automáticamente determinado para ellos un lugar dado en la economía humana, por ejemplo, los médicos, los ingenieros, los militares, etc. Cuando en un conjunto gremial no se logra una diferenciación importante entre los individuos que lo componen, la competencia se agudiza, con todas las consecuencias que se derivan de este hecho, es decir, el incremento de la oferta y el por lo menos correspondiente deterioro de la demanda. La disminución en los ingresos o en la generación de recursos para la subsistencia, es un factor notorio en estas circunstancias. También podríamos considerar como “especie” a una determinada comunidad, localizada en cierta zona geográfica, y que muestra una cierta fortaleza o factor diferenciador con respecto a otras comunidades. Esta comunidad también poseería un cierto lugar en la economía humana. Similarmente, si el factor diferenciador tiende a desaparecer, se agudiza la competencia.
Tal como se observa en las especies en la naturaleza, es posible encontrar entre los seres humanos, algunos cuyo refinamiento, fortaleza y complejidad psíquicas es mayor que el de otros, de acuerdo con las “condiciones tanto biológicas como inanimadas” a que estén sometidos. Este tipo de personas se destaca no sólo porque ejerce su oficio de una manera destacada por su eficiencia y su capacidad para diferenciarse, si no porque gracias a ello, y a un desigual desarrollo psíquico entre sus colegas, logra erigirse como un líder más o menos visible de su gremio o de su comunidad. Puede esto considerarse como una verdadera prueba, de que el desarrollo psíquico humano ha estado apalancado por la selección natural y sexual, pues esta capacidad de liderazgo, está ampliamente soportada por el infaltable criterio de la superioridad psíquica.
De todas maneras, como dice Darwin, cualquier especie animal superior está mucho más alejada en cuanto a capacidad y fortaleza psíquica del ser humano más primitivo que se pueda encontrar, que lo que puede estar este de cualquier ciudadano actual. Así, los lugares ocupados en la economía por los hombres, se diversifican con gran rapidez, por la gran versatilidad o capacidad de cambio -aprendizaje-, de nuestro aparato psíquico. En tanto las personas son concientes de los lugares que “naturalmente” están ocupando, inmediatamente están aspirando a un mejor lugar casi siempre de tipo virtual e ilusorio. Sería este el papel del superyó psíquico.
Pero para el ser humano, el darse cuenta de que se ocupa un lugar inferior en la escala económica de su comunidad, no es motivo suficiente para remediar o mejorar la situación. Los medios que posee para lograr su superación en la economía podrían ser muchos, pero en esencia constan de una combinación simple: los actos con poca participación de su yo psíquico, y los actos “más pensados”, con gran participación de su yo psíquico. La psique en el ser humano, en particular el inconciente, ha de reconocerse como una entidad “con vida propia”, que de alguna manera ha de domeñarse por el yo, con mayor capacidad de conciencia, juicio y dominio. Tal es la conclusión de Freud al respecto. La sensación de tener un ente psíquico inquieto y punzante, que pretende saltarse a la menor oportunidad la normatividad instaurada por milenios de adquisiciones culturales, no puede conducir a una conclusión muy lejana a la propuesta por Freud. Así, siempre gana más en la economía aquella persona que logra un mayor dominio de su aparato psíquico, a través de un particular esfuerzo de su yo.
-- El problema de la pobreza referido a la evolución psíquica.
Cuando los intelectuales de todos los tiempos logran, gracias a su posición libre pensadora, observar a distancia el fenómeno de la pobreza, no les puede parecer más que algo aterrador. El problema de la pobreza, largamente analizado por muchos pensadores, posee una característica tan anti-ética, que el ser humano apenas logra comprender. Cuando las comunidades más sencillas vivían de manera más aislada, el problema tal vez no era tan patente ni dramático, como cuando estas comunidades se van insertando en un orden económico y social mayor. Ya hemos hablado que una de las principales consecuencias de la evolución psíquica humana fue la conformación de agrupaciones o comunidades cada vez más grandes y, por lo tanto, que exigían de una mayor especialización en las labores, por parte de todos sus miembros. Con el crecimiento de las sociedades y la especialización, el problema de la desigualdad ha ido quedando cada vez más al descubierto. En tanto las sociedades crecen y logran avances tecnológicos para la mejora de las condiciones de vida de las personas, aquellas personas que no gozan de una cierta cantidad de tales comodidades, son miradas y se miran a sí mismas, como menos favorecidas.
Estas personas, como se dijo anteriormente, poseen usualmente, una labor con un alto componente de trabajo físico de baja exigencia en entrenamiento. Igualmente, son bastante numerosas. Este trabajo físico basto, sustenta de alguna manera aquellos que realizan un trabajo más intelectual y administrativo, siempre menos numerosos, pero que son necesarios para direccionar el trabajo físico. Sin embargo, la tendencia normal es que el trabajo físico basto sea reemplazado cada vez más, en mayor medida, por el recurso tecnológico. Así, aquellos que poseen el trabajo físico como base de sus sustento, tienden a ser cada vez más, subvalorados, con el agravante de que la falta del adiestramiento mental, no le permite desarrollar las importantes habilidades de su aparato psíquico, definitivas para acceder a mejores lugares en la economía. Tal el caso ya mencionado de la experiencia marxista.
Es como poco a poco y cada vez más aceleradamente, se ha construido, por parte de la humanidad, una pirámide en cuya base se encuentra un gran número de personas que realizan un esfuerzo físico basto, generalmente de poco valor. En la cúspide de tal pirámide, se encuentran unas pocas personas con gran capacidad y fortaleza psíquica, altamente valorada. Ajustaríamos mejor esta imagen piramidal para convertirla en una campana de Gauss, propia de la estadística de distribuciones normales, comunes en el ámbito de la sociología. Así, con el paso de los tiempos, se observa que los ricos y afortunados son cada vez más ricos y afortunados, mientras que los pobres son cada vez más numerosos y más pobres. Es un estiramiento hacia arriba de la campana de Gauss y una ampliación de su base.
No estamos violentando la dignidad de ninguna persona, si queremos establecer como causa primera de los comportamientos humanos, una situación enteramente construida por el devenir natural de lo evolutivo. Pero este estudio no parece darnos otra salida. Si miramos objetivamente los problemas que nos hemos planteado, podemos encontrar que lo que ponemos en perspectiva, es la posibilidad misma de la subsistencia humana en el largo plazo. El desarrollo de nuestra psique nos ha dado la posibilidad, pero también una esperanza, de haber manipulado hasta cierto punto las fuerzas naturales -nuestro propio inconciente, en primer lugar- a nuestra conveniencia, y, correspondientemente, la posibilidad de seguir haciéndolo cada vez más eficientemente, en el futuro. Para subsistir como individuos y como especie, el ser humano entiende que esta es una premisa. Cuando nos trazamos en la introducción de este texto el objetivo de perseguir las causas de la pobreza humana, encontramos que es eso precisamente lo que deseamos: hallar un camino cierto para manipular con mayor eficiencia, las fuerzas naturales que más influyen en la posibilidad de subsistencia del ser humano: las pulsiones de su propia psique.
-- Lo pedagógico como concepto de perfeccionamiento psíquico.
La direccionalidad evolutiva posee una tendencia a extinguir las formas menos perfeccionadas en pro de las más complejas, cuando se trata de especies muy próximas, que competitivamente se enfrentan muy cotidianamente. Si esta tendencia se traslada a la situación humana, es comprensible la tendencia mundial en la distribución de la riqueza. Sólo que esta misma direccionalidad, aporta un elemento estético y de goce en la exigencia pedagógica, de ampliación de la cobertura social, con lo cual el ser humano, se vuelve cada vez más intolerante a la extinción de comunidades enteras, así como a la extinción de las especies animales y vegetales. Tal intolerancia invierte entonces el deseo de extinción para con los menos aventajados o afortunados, en un deseo de absorción de los mismos. Es decir, aquellos aventajados seres humanos se ven forzados a exigirse aún más en su capacidad pedagógica. No se puede negar sin embargo, la existencia de ser toda una paradoja productiva: mientras tales afortunados seres humanos no logren mejorar efectivamente su capacidad pedagógica, habrán de relacionarse más estrechamente con el cargoso factor de la mano de obra.
Esta forma de ver la direccionalidad evolutiva, no puede dejar de proporcionarnos un parte de tranquilidad, pues siendo innumerables las injusticias de la naturaleza por no poder dotar a todos los seres con las mismas facultades y fortalezas, nos da una luz de esperanza, sabiendo que la lucha por la subsistencia no es de tipo físico, de recursos económicos, si no esencialmente, psíquico y que en tal lucha, el elemento de goce y estético en lo pedagógico, es predominante. Como dijimos antes, lo físico o anatómico, tal como nos lo proporciona la naturaleza, es mucho más difícil de cambiar empleando en ello solamente nuestra voluntad, que lo que logramos hacer con el recurso psíquico, y su capacidad de aprendizaje o de cambio. El fortalecimiento psíquico, a la vez que catapulta literalmente al ser humano como especie dominante en el planeta, lo carga de una gran responsabilidad no solamente con su entorno ecológico, si no también con su entorno social. Tal responsabilidad, siempre dentro del parámetro de la subsistencia del ser humano como individuo y como especie. En tal sentido cabe preguntarse por el criterio de utilidad real de los recursos específicos empleados y construidos, tanto por su cantidad como calidad.
Es por esto que, de acuerdo con un criterio de perfeccionamiento en el cual lo psíquico posee la premisa básica, habremos de hacer corresponder tal criterio, con lo pedagógico, pues no conocemos otro proceso por el cual nuestro aparato psíquico logre desarrollar cada vez más, mejores destrezas para la subsistencia humana, tanto a nivel individual como colectivo. Si, tal como lo declaran los fisiólogos de Darwin, el perfeccionamiento orgánico va de la mano con la especialización de funciones, pensamos que podemos encontrar en las actividades de negocios tal dirección. Consideremos el factor integración vertical como séptimo modificador importante de la rentabilidad en las empresas, de acuerdo con Taylor: “(…) La idea general es que mientras más controle el canal de distribución, desde las materias primas hasta el consumidor final, existe una mayor probabilidad de ser rentable (…) en un mercado maduro, de lento crecimiento (…)” (Taylor, op. Cit., p.23). La integración vertical eficiente, implica una empresa que posee dependencias bien definidas en el diseño, la producción, y la comercialización de un producto o servicio, de tal manera que cada dependencia hace las cosas cada vez con mayor eficiencia y especialización, pero conservando siempre un objetivo y programa de trabajo común, que no les permite desmembrarse. Un concepto muy similar al que Darwin se adhiere en primera instancia, para categorizar los organismos más desarrollados.
Conclusiones.
De acuerdo con los argumentos presentados, consideramos como un hecho, el que la actividad mercantil humana es un fenómeno humano resultado de la evolución. Pero la actividad mercantil es a su vez, la evolución misma. La evolución en los seres humanos ha estado determinada por la selección natural, la selección sexual y el desarrollo psíquico, cada uno de estos fenómenos, soportado por y consecuencia del anterior. Así, es posible siempre identificar en los principios del mercado, los mismos principios de la selección natural. Será un punto básico en los posteriores desarrollos de nuestro texto, el acudir a los paralelos selección natural - mercadeo.
* * *
La adquisición de recursos para la subsistencia, es una actividad que está múltiplemente determinada en términos económicos, en el ser humano. El dar como un indicador el monto en moneda del patrimonio de una persona, no dice nada acerca de cómo se ha conseguido aquél patrimonio, ni cuáles son sus componentes esenciales, ni cuáles han sido las motivaciones de aquella persona para tal consecución de recursos. Ahora, la riqueza como tal, en el sentido de patrimonio material, es uno de los principales recursos que poseen las personas, para sortear los problemas que cotidianamente surgen en la labor de subsistencia. Los otros recursos, serían, a nuestro parecer, el recurso anatómico-fisiológico y, como principal y más determinante, el recurso psíquico.
Los seres humanos, y los seres vivos, a partir del primer momento que llegan al mundo, al nacer, deben trabajar, realizar una cierta labor para subsistir. Tal labor, en principio, posee un carácter fisiológico, obedeciendo a un cierto “automatismo” construido a través de los sucesivos periodos evolutivos. Pero para el caso de los seres humanos, la labor de subsistencia, aunque posee cada vez más un carácter conciente y voluntario, obedece siempre al principio fisiológico evolutivo: permanecer con vida durante más tiempo. Los bebés, succionan la leche materna, como su recurso material. Pero sabemos que este sustento debe estar acompañado, invariablemente, de afecto. Se podría percibir alguna relación entre aquella relación de afecto primero, con el provecho que el infante saca del recurso de la lactancia? Pensamos que debe ser así.
La relación entre el recurso material para la subsistencia y el afecto que se intercambia para su obtención, no es privativa de una edad o etapa de crecimiento. Esa relación se puede observar durante todas las etapas de la vida humana, sólo que, en virtud de la simplificación necesaria de las situaciones cuando el ser humano es niño, esa relación afecto - recurso material es más visible. Sabemos que es esta la manera de manifestarse las pulsiones básicas, Eros y destrucción, pero es el momento de admitir que entre ambas pulsiones hay una relación en la cual prima Eros por sobre destrucción, si pensamos en el desarrollo evolutivo de la vida. Destrucción, para nosotros también “intercambio” o equivalencia materia - energía, existe gracias a la pulsión -que en este caso podría ir con mayúscula inicial- de agregación de las partículas o de los quarks y cuantos de energía. Aunque es un tema más apropiado para las ciencias físicas, no podemos menos que admitir que las partículas subatómicas poseen propiedades tales, que las impulsan a unirse y formar agregados sinérgicos que hemos llamado átomos bajo ciertas circunstancias, moléculas en otras circunstancias, estructuras minerales en otras, macromoléculas, tejidos, etc.
Tal prelación de Eros sobre el intercambio energético -pulsión destrucción- también se manifiesta, como sería lógico pensarlo, en los seres vivos, pero en el ser humano el mecanismo psíquico dilucidado por Freud es un fiel representante de tal situación. Es muy frecuente observar entre las personas cómo los impulsos libidinales, enteramente asociados a Eros, terminan en muchas ocasiones por primar por sobre los impulsos de intercambio. El alimento, la respiración, las funciones vitales terminan por ser controladas a través de manifestaciones cuyo origen es libidinal, y que hemos llamado de manera más cotidiana como manifestaciones de afectos. La estructura psíquica humana está constituida de una manera muy compleja, y tal complejidad es la que termina por modificar, como un verdadero logro, los fines pulsionales más primitivos, en fines pulsionales apropiados para nuestra subsistencia, en nuestra realidad actual, pero compleja y siempre cambiante.
Lo que para Darwin era “medio ambiente cambiante”, en Freud se convierte en una realidad con posibilidad de cambio por la propia voluntad. Una de las mayores complejidades psíquicas humanas se basa en la elaboración pulsional que debe hacer el niño cuando entra en la edad típica de manifestación del complejo de Edipo. Es del dominio público que en virtud de tal complejo, no hay porqué encarecer la importancia de los padres en las representaciones y cargas afectivas que terminan por moverse cotidianamente en la tarea de la subsistencia humana. Pero son estas las que para cualquier recurso material en particular, proporcionan la idea de valor. El recurso material, por sí solo, no es significativo ni posee un valor. Este valor específico está dado por la relación que en la psique de cada persona, posee aquél recurso concreto con respecto a una situación afectiva. El recurso material, por lo tanto, posee, en su base, una valoración totalmente relativa y es aquí en donde entra a jugar su papel la cultura. Podemos para nuestros efectos, ver la cultura como una herencia y, en ese sentido, debemos darle un peso afectivo de gran importancia, como una representación idealizada de las herencias paternas, conformando el superyó psíquico. Así, la cultura “pone de acuerdo” a los seres humanos en ciertas pautas de comportamiento y de valores, dando un cierto “piso” a aquella relatividad en los afectos.
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