lunes, 31 de marzo de 2008

2. PULSIONES Y LA NECESIDAD...(cont. i)

- La ventaja evolutiva humana.

En El Origen del Hombre, Darwin propone diversos aspectos para explicar y analizar cómo el hombre pudo ser un descendiente de especies inferiores. Sin embargo, al tratar de explicar porqué la especie humana toma una cierta ventaja por sobre las demás especies, parece tomar partido por una explicación específica, en principio: “(…) el hombre es siempre el animal más dominante de cuantos han aparecido sobre la superficie de la tierra (…) Esta inmensa superioridad la debe indudablemente a sus facultades intelectuales, a sus hábitos sociales, (…) y a la conformación característica de su cuerpo.” (El Origen del Hombre, Op. Cit., p.60). El aspecto anatómico y fisiológico en Darwin es mucho más estudiado que el aspecto comportamental, pero, respecto al causal de primer orden en la primacía del ser humano, Darwin se reafirma: “(…) muchas veces, se ha objetado que el hombre es uno de los seres más desamparados e indefensos del mundo (…) [sin embargo] La escasa fuerza y poca agilidad del hombre, su falta de armas naturales, etc., se hallan más que compensadas, primeramente, con las facultades intelectuales (…), y en segundo lugar, con sus cualidades sociales.” (ibid, p.82).
Queremos reafirmarnos en esa hipótesis. La especie humana logra diferenciarse y tomar ventaja de sus congéneres, pero también de las demás especies, en una época remota, porque en su proceso de selección natural desarrolla habilidades especiales: una, que para nuestra posterior exposición tomará el apelativo de psíquica, más que de intelectual, y, la otra, la vida en común o social. Las explicaciones e hipótesis de Freud en Tótem y Tabú, también van en esa dirección. Por lo pronto queremos adelantar que, de acuerdo con la hipótesis freudiana, son causas de tipo psico-afectivo y conflictos intensos de este tipo, los que hacen que el primitivo ser humano ingrese al camino de la cultura, y desarrolle su intelecto y su capacidad de vivir en sociedad. Lo psíquico queda entonces como el elemento específico que, desarrollado en una cierta dirección, le proporciona al ser humano la predominancia sobre los demás seres de la naturaleza.
Según Darwin, un desarrollo amplio de la psique humana implicará, tal como sucede en cualquier otro aspecto de los seres vivientes, una cierta variabilidad de la misma: “(…) Por lo notorio, no es menester que insistamos en la variabilidad o diversidad de las facultades mentales en los hombres de una misma raza, sin mentar por supuesto las diferencias mucho mayores de los individuos de distintas razas (…).” (ibid, p.30). Profundizaremos en la funcionalidad de lo psíquico, de tal manera que nos conduzca a explicaciones satisfactorias y prácticas de los mecanismos que rigen la selección natural desde la perspectiva psíquica. Por lo pronto queremos preguntarnos cómo se miden estas variaciones en lo psíquico humano? Cómo se manifiestan? Si consideramos el lado positivo, podremos achacar a dichas variaciones el que los seres humanos posean vocaciones y habilidades muy diversas, con lo cual la sociedad logra refinar sus intereses y hacer progresar su civilización. Pero, por el lado negativo, podemos pensar que también se trata de variaciones en las cuales el desarrollo psíquico, medido de alguna manera, no posee el mismo rendimiento de un ser humano a otro.
Este tipo de variabilidad, es la resultante de una diferencia natural del grado de desarrollo evolutivo, que puede ser explicado únicamente por factores tan diversos, como los que explicarían la variabilidad misma de las especies, incluido el muy importante y correspondiente a la diferencia en las exigencias de los diferentes medios ambientes, en los cuales se han desarrollado los diferentes pueblos humanos. Un medio ambiente muy exigente, tendrá como probable resultado seres humanos que deben emplear sus recursos de manera más eficiente, siempre y cuando la exigencia no sea tan alta, que finalmente termine con la extinción de aquella comunidad que lo habita. Un medio ambiente más pródigo, tendrá, de manera correspondiente, una comunidad humana cuya exigencia en eficiencia no será tan alta, pues el medio les proporciona con mayor facilidad, los medios para subsistir. Básicamente, nuestros desarrollos tratarán de dar una vía de solución a estas diferencias humanas, con base en los propios conceptos evolutivos y del psicoanálisis.
Ya hemos visto cómo Darwin apunta que para que un cambio o variación positiva se fije en un organismo, es necesario un cambio de condiciones. Sólo que si se piensa bien, las relaciones entre los seres vivos están en constante cambio. Incluso, habría que observar que tales cambios, por lo que se refiere a los seres vivos, son cada vez de mayor exigencia para su subsistencia. No es necesario un traslado geográfico significativo para que una especie quede expuesta a condiciones totalmente diferentes, con respecto a las que se encuentra actualmente. Así, el ser humano ha logrado resolver una incalculable cantidad de dificultades frente a cambios climáticos, geográficos, depredadores y escasez, muy probablemente gracias, y esencialmente a su desarrollo psíquico. Ahora, tal como lo analiza y desglosa Darwin, queda claro que en un principio situaciones de instinto y de hábitos comportamentales, fueron los que iniciaron ese posterior y complejo desarrollo psíquico. Desde todo punto de vista, no hay mejor ventaja puede poseer una especie sobre otra para lograr su predominancia, que no sea una psique desarrollada en buen grado.
Veamos algunos interesantes apartes de Darwin respecto a cómo el sentido de lo moral debió desarrollarse en diferentes estadios evolutivos: “(…) Quizás el placer que resulta de la vida en común sea una extensión de los afectos paternos o filiales (…) [que] podría atribuirse en parte al hábito, pero principalmente a la selección natural (…) [pues] los individuos que perciben mayor placer en estar reunidos pueden escapar mejor a los peligros (…)” (El Origen del Hombre, Op. Cit., p.141). Más adelante: “(…) La simpatía, además, se fortalece mucho con el hábito. Y por complejas que sean las causas de su origen, como es un sentimiento de grandísima utilidad a todos aquellos animales que se defienden mutuamente, la selección natural contribuye grandemente a su desarrollo, porque las sociedades que tuvieran mayor número de miembros simpáticos, serían sin duda las que más florecerían, y, por lo tanto, podrían criar prole más robusta y abundante.” (ibid, p.143).
No es posible ubicar aquel sentimiento o emoción de la simpatía, así como el filial o amoroso, si no es en la propia instancia psíquica de los seres vivos, en tanto pensemos que se les puede asignar alguna. Freud, partiendo de tal hipótesis, elabora un desarrollo que trataremos de dar de manera muy resumida, como referente para lo que viene. Para el psicoanálisis, el aparato psíquico es un campo complejo en el que interactúan varias instancias más o menos discernibles. Podemos hablar en primer lugar del ello, inconciente, y cuyas manifestaciones, por lo tanto, no obedecen por entero a la voluntad de las personas, en el que se generan las pulsiones más básicas de los seres vivos. En segundo lugar, el yo, el componente psíquico que se encuentra “más próximo” al individuo y en cuyo ambiente se encuentra lo conciente, pero también lo preconciente, instancia que posee dicha cualidad en virtud de su proximidad con lo conciente, pero cuyas manifestaciones poseen propiedades inconcientes. Luego, el superyó, instancia inconciente que representa en la psique lo estructurado por el devenir cultural. Finalmente, una campo de resistencia psíquica que restringe y diversifica, a modo de circuito, las pulsiones de lo inconciente que aspiran llegar al yo, primero a su instancia preconciente y luego a lo conciente. En toda esta estructura, percibimos al yo como la instancia que, comprometida tanto con el trámite de las exigencias de lo exterior como con las exigencias de las otras instancias psíquicas, es la parte “activa” de lo psíquico. El yo es lo que se desarrolla más allá de la exigencia fisiológica, es aquella parte de la psique que más responsabilidad tiene respecto a la diferenciación entre el comportamiento animal y el comportamiento humano. Pero también, filogenéticamente, es la instancia causal de los desarrollos del superyó y de las resistencias psíquicas.
Freud ya ha descrito de muy diversas maneras tales fundamentos y esperamos con nuestro resumen no haber desvirtuado nada de los mismos. Sin embargo, no dejaremos de recomendar la lectura de los textos referentes escritos por Freud, tales como las Cinco Conferencias y el Esquema del Psicoanálisis, entre otros. Con estos fundamentos, Freud abre otros muy vastos campos de desarrollo, los cuales poseen su fundamento en el hecho de que la trama evolutiva psíquica posee una gran influencia en nuestro comportamiento actual. Un importante complemento y desarrollo del devenir evolutivo humano sugerido por Darwin, es la hipótesis freudiana del parricidio primigenio. Tal hipótesis nos ilustra acerca de cómo el primitivo ser humano logra mejorar sustancialmente su desempeño psíquico, para su subsistencia, con unos argumentos que Darwin no logra manejar de manera tan adecuada. Es por esto que Freud inspirado por Darwin, en su texto Tótem y Tabú, no sólo logra explicar los desarrollos psíquicos, si no también los desarrollos sociales de civilización y cultura, en el proceso de la aglomeración humana en comunidades más amplias:
“Todavía debo mencionar un ensayo de explicar la génesis del horror al incesto; es de índole muy diferente a los considerados hasta ahora. Se lo podría caracterizar como una deducción histórico-conjetural.”
“Ese intento se anuda a una hipótesis de Charles Darwin sobre el estado social primordial del ser humano. De los hábitos de vida de los monos superiores, Darwin infirió que también el hombre vivió originariamente en hordas más pequeñas, dentro de las cuales los celos del macho más viejo y más fuerte impedían la promiscuidad sexual. «De acuerdo con lo que sabemos sobre los celos de todos los mamíferos, muchos de los cuales poseen armas especiales para luchar con sus competidores, podemos inferir de hecho que una promiscuidad general entre los sexos es cosa en extremo improbable en el estado de naturaleza. (...) Entonces, si miramos lo bastante atrás en la corriente del tiempo, (...) y razonamos a partir de los hábitos sociales del hombre tal como ahora existe (...) obtenemos, como la visión más probable, que él originariamente vivió en comunidades pequeñas, cada hombre con una mujer o, si tenía el poder, con varias a quienes defendía celosamente de los demás varones. O pudo no haber sido un animal social y empero vivir con varias mujeres para él solo, como lo hace el gorila; en efecto, todos los nativos "están de acuerdo en que sólo se ve un macho adulto por cada grupo. Y cuando el macho joven crece sobreviene una lucha por el predominio; entonces el más fuerte, tras matar o expulsar a los otros, se establece como el jefe de la sociedad" (Dr. Savage, en Boston Journal of Natural History, 5, 1845-47, pág. 423). Los machos más jóvenes, expulsados de ese modo y obligados a merodear, si en definitiva consiguen una compañera, habrán sido impedidos de entrar en un apareamiento consanguíneo demasiado estrecho dentro de los miembros de una misma familia». (Darwin, 1871, 2, págs. 362-3.)” (Obras Completas, Op. Cit., Tótem y Tabú. El retorno del totemismo en la infancia, Parte 2, y. Las teorías psicológicas, b y c. El origen de la exogamia y su vínculo con el totemismo).
“…Desde luego, la horda primordial darwiniana no deja espacio alguno para los comienzos del totemismo. Hay ahí un padre violento, celoso, que se reserva todas las hembras para sí y expulsa a los hijos varones cuando crecen; y nada más. Ese estado primordial de la sociedad no ha sido observado en ninguna parte. Lo que hallamos como la organización más primitiva, lo que todavía hoy está en vigor en ciertas tribus, son las ligas de varones compuestas por miembros de iguales derechos y sometidos a las restricciones del sistema totemista, que heredan por línea materna. ¿Acaso lo uno pudo surgir de lo otro? ¿Y por qué camino fue posible?”
“Si nos remitimos a la celebración del banquete totémico podremos dar una respuesta: Un día los hermanos expulsados se aliaron, mataron y devoraron al padre, y así pusieron fin a la horda paterna. Unidos osaron hacer y llevaron a cabo lo que individualmente les habría sido imposible. (Quizás un progreso cultural, el manejo de un arma nueva, les había dado el sentimiento de su superioridad.) Que devoraran al muerto era cosa natural para unos salvajes caníbales. El violento padre primordial era por cierto el arquetipo envidiado y temido de cada uno de los miembros de la banda de hermanos. Y ahora, en el acto de la devoración, consumaban la identificación con él, cada uno se apropiaba de una parte de su fuerza. El banquete totémico, acaso la primera fiesta de la humanidad, sería la repetición y celebración recordatoria de aquella hazaña memorable y criminal con la cual tuvieron comienzo tantas cosas: las organizaciones sociales, las limitaciones éticas y la religión (…)” (ibid, Parte 4).
“El problema cobraría un aspecto todavía más difícil si pudiéramos admitir que existen mociones anímicas capaces de ser sofocadas a punto tal que no dejasen tras de sí fenómeno residual alguno. Pero no hay tal cosa. La sofocación más intensa necesariamente dejará espacio a unas mociones sustitutivas desfiguradas y a unas reacciones que de ellas se siguen. Nos es lícito entonces suponer que ninguna generación es capaz de ocultar a la que le sigue sus procesos anímicos de mayor sustantividad (…)” (ibid, Parte 7).
“Hemos concebido los primeros preceptos morales y restricciones éticas de la sociedad primitiva como una reacción frente a una hazaña que dio a sus autores el concepto del crimen. Ellos se arrepintieron de esa hazaña y decidieron que nunca más debía repetirse y que su ejecución no podía aportar ganancia alguna. Pues bien; esta creadora conciencia de culpa no se ha extinguido todavía en nosotros (…)” (ibid, Parte 7).
Estos “recortes” de Freud, apenas sí dan fe de otra buena cantidad de argumentos probatorios de su hipótesis. El hecho más relevante es entender cómo se anuda el comportamiento sexual del primitivo ser humano, con el desarrollo psíquico del mismo y a la vez, cómo la “nueva” exigencia psíquica propicia la vida social y comunitaria. Es la manera en que el ser humano, renunciando a ciertas pulsiones que pudiéramos llamar primarias, sufre pero admite una recompensa en la prolongación de su vida y en el incremento cierto de las probabilidades de subsistir como individuo y como especie. Como lo hemos dicho antes, tal renuncia y desarrollo específico del mecanismo psíquico, se trata de toda una “ventaja evolutiva”, si lo vemos a la luz de lo antropocéntrico y el positivismo.

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Subsistir es buscar los medios para lograr vivir, pero la vida no funciona con lo mínimo únicamente. Si así fuera, la evolución no hubiera ocurrido nunca. Cada movimiento de un ser vivo es, por decirlo de alguna manera, un derroche, propiciado por lo sinérgico de las energías orgánicas y necesario por otro lado, para su propio interés: la subsistencia. Pero podemos observar, también que así, en la medida que nos vamos desplazando en la escala evolutiva, notamos cómo necesariamente los organismos más complejos tienden a ser más grandes y su gasto energético por su subsistencia, correspondientemente mayor. Si seguimos esa línea de pensamiento, resultará apenas lógico que las diferentes actividades de subsistencia, a nivel de los seres humanos, hayan generado un importante movimiento de recursos. Más que el que puede lograr cualquier otro ser viviente sobre la Tierra, lo cual hablaría a favor de una predominancia humana con respecto a cualquier otra especie. Tal movimiento de recursos, además, ha sido medido y, de acuerdo con indicadores cada vez más refinados, se calcula a ciencia cierta que llega su monto actual a ser mucho más considerable, que en cualquier otro momento de la Historia humana. Este patrimonio está respaldando por, y es el testimonio palpable, del resultado histórico de la labor de subsistencia de los millones de personas que han pasado por toda la prehistoria e historia humana (http://www.ggdc.net/maddison/Historical_Statistics/horizontal-file_03-2007.xls, 2007).Un PIB per cápita en crecimiento permite concluir que en general, el crecimiento demográfico sí ha traído mayor prosperidad para la Humanidad en promedio. Es este un índice que habla de un futuro optimista para los seres humanos. Nos parece muy concluyente que el positivismo con el que nos hemos encontrado en otras instancias del texto, lo encontremos de nuevo en una realidad muy concreta, que se puede expresar en términos económicos monetarios, y que se puede seguir históricamente desde tiempos muy lejanos.

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